Adán y Eva, el santificado, el infierno y el diablo
CREACIÓN DE VIDA A TRAVÉS DE ADÁN Y EVA:
En una parte visible del amplio texto de la Biblia se expone que Dios dio forma y vida a la figura de Adán con el barro que agarrara del suelo. Después le extrajo una costilla, con ella formó a Eva y a ambos les colocó en el Paraíso de la complacencia, entre frutales y animales salvajes, desnudos y sin prejuicios. Donde además, el propio Dios –hecho a imagen y semejanza del hombre- les visitaba con frecuencia y dialogaba con ellos en la fraternidad de un padre preocupado por sus hijos –esa leyenda, en cambio, pudiera dar origen al nacimiento del machismo y al cruel avasallamiento histórico y brutal del hombre sobre la vida y la degradación de la mujer…
La ciencia moderna, sin embargo, ha desbaratado esa fantástica obra textual bíblica y ha colocado el nacimiento en la evolución de la raza humana que proviene de la especie del Australopitecus, Horno Erectus, Horno Habilis y Horno Sapiéns. O sea, que provenimos del Simio; o del mono con el culo pelón. De ahí, quizás, hartos de frotarnos en los troncos de los árboles; “y vapulearnos la esencia de la intimidad en público” dimos el brinco a la raza del ser humano destructor de la propia especie que albergamos en la actualidad.
INDIGNIDAD POR SANTIFICACIÓN:
A San Agustín, padre de la iglesia católica: siglo IV, a poco de formalizarse el Primer Concilio Vaticano, con el beneplácito, instrucción, ordenamiento de formalización de Iglesia Católica y Romana, bajo liderazgo e imposición de Papa por Constantino Primero el Grande, Emperador de Roma, se le adjudica la primera alusión que sale de una boca cristiana, en referencia a la existencia del infierno y del diablo –antes estaba en boca de egipcios a griegos, quienes en última instancia adjudicaban los apelativos a sepulcro y a ciudad de los muertos…
Al “Santo” San Agustín –mi tocayo, de Hipona- antes de serlo se le adjudicaría la bondadosa acción de la venta de sus bienes y posterior reparto económico entre los más pobres... –acción humilde y generosa-. Pero también se le adjudicaría el calificativo de un santo eclesiástico pordiosero, como tantos inmerecidos de santidad en cualificación de serlo, y sobre quien históricamente ya recaía el calificativo de Pedófilo consumado y lunático. También, según la historia de la humanidad que no consta en la Biblia, a San Agustín se le adjudican las primeras aseveraciones en liderazgo cristiano sobre el devenir del infierno y del diablo, así como otras más impuras y ocultas a la opinión pública. A saber de la propia historia; aunque lo que sí ha quedado medianamente claro ha sido que al santificado Agustín, además de lunático y glorificado por la iglesia católica, como líder bondadoso y ejemplar –según la propia historia que no nace de la pluma o la boca de Federico Jiménez Losantos, de los diarios de investigación de J. J. Ramírez, ni de los libros de historia de Luis del Pino, Pio Moa o del mismísimo César Vidal…-; se le adjudican algunas maldades que son imperdonables e impropias para un cristiano, un musulmán e incluso para un pagano. Y que merecen, primero la cárcel para el reo infractor e inhumano en dominio de ejemplo y después el infierno con las llamas y el tridente del diablo…
Se sabe que San Agustín de Hipona fue un converso que lideró el cristianismo y estuvo consabido en el poder de la incursión carnal, muy contrario al texto y al contexto de la propia biblia: lunático y en prácticas sexuales con menores, a saber de más bondades... La iglesia, en cambio, tan pura, humana, servicial y "ejemplarizante con el cristianismo fundamental" que discurre sobre el discurso que tiende a la busca de la verdad..., en prejuicio de la moral y del bien, y en perjuicio del pecado, escondería y, de por vida, a sus propios verdugos... Al igual que en la actualidad lo hace con centenares de pedófilos en práctica de pederastia. Aunque en este caso se haya visto pillada por motivo de salpicar muy alto y muy cerca del Pontífice y haya merecido escrito público de condena por el ministerio de la iglesia católica. La misma que desde el mismo inicio de su nacimiento fundacional, autorizado, escondiera sus tropelías inhumanas a los creyentes y a la acción de la justicia que ya de por sí derivaría de su propio entorno: por salvaguarda del nombre y del estatus socio-dominante. Aunque ello fuera en controversia con la fe, la moral y la verdad de Cristo: sin más divinidad que la propia realidad de la salvajada humana en manos de la puridad de los defensores espirituales.
El libro de San Agustín de Hipona“: La ciudad de Dios” hace mención reiterada a los castigos infernales que mayoritariamente nacen de la debilidad de la carne, a través del sexo humano… A ello agrega que los niños, los que no han recibido el bautismo -de San Juan el Bautista añado yo-, a la hora de la muerte no alcanzarán el reino de los cielos; y se queda tan campante al colocar a un Dios tan desigual y en tal disparidad paternal hacia con sus hijos...
INFIERNO PARA EL CATÓLICO:
Pese a ello, aunque es más cercano a la era del renacimiento, multitud de predicadores influenciados por la herencia bíblica de San Agustín, se dedicarían a predicar el contenido de las palabras del santificado, por acción de gloria o por indignidad de justicia en condena al infierno... De aquellas intervenciones religiosas florecerían los castigos infernales y las acometidas diabólicas que a ellos y a nosotros, a los cristianos, deviniera en caso de no seguir la rigurosidad bíblica, aupada a los designios de Dios: en boca del hombre. Los fieles y los curiosos acudían a los templos en masa, para escuchar aquellas fundadas y temerosas razones. En consecuencia, atemorizados unos, burlescos otros e indiscretos los menos, se sustentaban en el sentimiento que manara de la incertidumbre humana para buscar la salvaguarda y la protección individual, a través del rezo, la plegaria y la ofrenda. Con cuales eludir, sino los temores a las tinieblas, sí a la tentativa del miedo y a exposición pública, por el pecado en que ello pudiera incurrir. Sin embargo, serían varios siglos después cuando ya en el renacimiento llegara a las masas, en todo su esplendor, el miedo real y el fanatismo más cruel que albergaría en los mandatarios, a través del texto del Libro de la Comedia. Autoría de un poeta luchador de filosofías, de política y de guerras y desposeído de bienes, por la acción del Vaticano. El poeta se vería expoliado y exiliado por la iglesia. Aunque tampoco él acogiera cualificación de santo y luchara fervientemente en contra de los intereses del Vaticano: con algo más que la poesía y la filosofía... Más allá del primer decenio del año 1300 el poeta lucharía desde la contrariedad y la disidencia por la separación de la Iglesia y del Estado.
San Agustín sacó a la luz el castigo divino que en forma de terror apocalíptico, según egipcios y griegos, llegaría a través del infierno; y vendría el diablo por designios de castigo y abandono de Dios entre los cristianos, allá por el siglo IV. Sin embargo, sería el conglomerado teatral del libro de Dante, el poeta exiliado por la iglesia, quien algunos siglos más tarde consiguiera hacer llegar al público en general el miedo más acérrimo a la presunción de lo venidero y del fanatismo que, como menciono, acogería la mentalidad de los miembros católicos, desde el liderazgo sobre las masas creyentes. A través de la Comedia del Poeta Dante Alighieri:” el padre del idioma italiano”, el liderazgo del cristianismo tomaría buena observancia y fanatizaría en las proclamas de castigos divinos que el poeta Dante representara en su texto teatral por venganza al Vaticano. Aunque desde entonces quedaría flotando en ambiente de terror para los católicos y bien guarecido y despierto en las oscuridades de las tinieblas...
Pese a ello -exposición de autor de artículo-, si las tinieblas del cielo glorificasen verdades desaparecerían imperios terrenales en poder de abusos y falsedades fraternales.
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